jueves, 3 de noviembre de 2016

EL PELIGRO DE LOS JUDAIZANTES

Jeremías 15:19 Entonces dijo así el SEÑOR: Si vuelves, yo te restauraré, en mi presencia estarás; si apartas lo precioso de lo vil, serás mi portavoz. Que se vuelvan ellos a ti, pero tú no te vuelvas a ellos.
Hoy dia podemos ver en la congregaciones Cristianas  a cientos de pastores y predicadores, con los tarits, el shofar, la estrella de David, y cantidad de artilugios utilizados por los judíos, para tratar de imitar su cultura religiosa, cambiando los hábitos católicos, por los Judíos, y volviendo a los rudimentos de la ley, los cuales tanto Cristo como Pablo  recriminaron en tantas ocasiones.
11221523_675029115930850_7461169606367393382_nTodo esto con el fin de tratar con las obras de la carne de agradar a Dios, tomando ritos y culturas que no funcionaron durante tanto tiempo, y por lo cual Dios los entrego a un espíritu de estupor. (Rom 11:8) haciendo ellos  asi, inconclusa la obra de Cristo en la cruz del calvario
Saulo pensaba en su religiosidad judía, del cual era muy cumplidor y fiel seguidor, que matar Cristianos agradaba a Dios, sabiendo que al que estaba agradando era al hombre y a si mismo, el estaba convencido que estaba haciendo la voluntad de Dios al perseguirlos, encarcelarlos y consentir en su apedreamiento (Hc 6:8-3) asi hoy muchos hermanos en la fe, obedecen ciegamente su religión, sus pastores ya apóstoles, pensando que están agradando a Dios e ignorantemente desafían y ultrajan a los que queremos enseñarles la verdad.
Tratar sobre el tema de “judaizar” no es cosa fácil para nosotros que hemos accedido a la fe de Cristo -al que hemos reconocido como el Mesías de Israel- desde el ámbito gentil o no judío. Cuando digo gentil (goy  en hebreo) me estoy refiriendo a que si el mensaje del Señor es primeramente para los judíos:
judaizantes (1)Cuando un judío habla de que alguien es “judío” se está refiriendo a una persona que, habiendo nacido de madre judía (de vientre judío) ha sido circuncidada al octavo día conforme al ritual establecido por la ley de Moisés. Es por esto que a los verdaderos judíos les molesta enormemente la cantidad de personas que, proviniendo del cristianismo, hoy en día se refieren a si mismos como “judíos” en la mayor de los casos por ignorancia.
(NOTA: no estamos hablando aquí de la manera en que Pablo nos llama a los gentiles que hemos abrazado la Ley del Mesías “judíos” interiormente o cosas similares, sino de lo que para el judaísmo ha sido y es un judío hoy y hace 2000 años).
regreso de los judaizantesSi un goy (gentil) se acerca a un rabino judío y le dice “quiero convertirme al judaísmo”, lo más probable es que primeramente el rabino analice bien el porqué de dicho deseo, y que le explique, tras un minucioso estudio del tema, que no es necesario que se circuncide ni que guarde los más de 600 mandamientos que todo judío debe guardar según la Ley de Moisés, sino que le basta, para agradar al Dios de Israel, el cumplir lo que ellos llaman las 7 leyes de Noé (que enseguida analizaremos), y pase así a convertirse en un Noéjida o “Prosélito de la puerta”, a diferencia del que siguiendo adelante por las razones que sean, desea pertenecer 100% al pueblo de Israel, circuncidarse, y guardar toda la Ley de Moisés, al que llaman “Prosélito de la justicia”. Insisto en que un rabino primeramente tratará de hacer notar al gentil que no es necesario de ningún modo circuncidarse ni comer kosher (las complicadas reglas dietéticas para los judíos según la Ley) ni guardar todos los complicados mandamientos de la ley de Moisés.
Como vemos, Pablo, como buen judío que era, conocedor de la Ley y criado en Jerusalén a los pies del fariseo Gamaliel I, aplicó a los gentiles que se convertían al Mesías lo que él ya sabía: Que un gentil que deseaba servir a Dios y honrarle, no tenía porqué cumplir los complicados ritos de la Ley de Moisés reservados exclusivamente a los judíos. Así dice el judío Simon bar Joná (Pedro) en el Concilio:
“Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.” (Hechos 15:10-11).
Veremos como afecta esto a judíos y después a los gentiles:

Los judeonazarenos o judeocristianos y la Ley de Moisés

Observemos que pese a que Pedro dice esto, él así como Pablo y los demás “judeocristianos” eran fieles judíos cumplidores de la ley, como lo había sido el mismo Jesús. Así vemos que el libro de los Hechos nos da varias pistas al respecto. No justificamos con esto el “judaizar” para los gentiles, pero si el entender que un judío que cree en el Mesías (como conozco ya a varios) puede guardar la Ley de Moisés como tal ya que como dice Pablo: “Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.” (Romanos 3:30-31):
Los judeocristianos, como judíos que eran se reunían en el Templo de Jerusalén, sin que los demás judíos lo impidiesen:
“Y perseverando unánimes cada día en el templo” (Hechos 2:46)
“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración” (Hechos 3:1)
“y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón” (Hechos 5:12)
“Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida” (Hechos 5:20)
“Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5:42)
Una de las FALSAS acusaciones que se hacían contra los judeocristianos es que querían abolir la Ley de Moisés, que ellos como judíos seguían cumpliendo, pese a que en el Concilio de Jerusalén establecieron que no fuese así con los gentiles que se convertían:
“Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios (…) Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazareth destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés.” (Hechos 6:11-14).
“Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.” (Hechos 10:14).
Pedro es evidente que seguía guardando la ley de Moisés al no comer alimentos no Kosher (que no cumplen los requisitos de la ley).
diamond“Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?” (Hechos 11:2). Nuevamente vemos como para estos judeocristianos primitivos, que guardaban al extremo la Ley como judíos que eran, necesitan de una explicación para entender porqué en este caso Pedro no la guardó.
“Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés” (Hechos 15:4-5).
Si pidieron que guardasen la Ley, pese a que como hemos visto el judaísmo enseña que no es necesario, es porque ellos como judíos si la guardaban, pese a saber que no es por la Ley que uno es justificado, sino por la fe en el Mesías, que confirma la Ley que ellos cumplían.
“Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; (…) y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley.” (Hechos 21:18-20)
“Pero se les ha informado en cuanto a ti (se trata de una falsa acusación), que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres. (vemos que esto no es cierto, si lo es respecto a los gentiles como hemos visto) ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley” (Hechos 21:21-24).
judaizantesSi vamos a Números 6 en el Antiguo Testamento veremos que para rasurar su cabeza y acabar su voto, los nazareos debían hacer un sacrificio de animales (Tórtolas o incluso corderos según el caso). Esto es lo que pagó Pablo, y ¡¡les acompañó a sacrificar animales!! (¡Qué choque para los cristianos que leen esto!!) como judío observante de la Ley que era. Como seguimos leyendo tras este texto de Hechos, la no observancia de la Ley, la sola observancia de las Leyes de Noé es:
“…tú también andas ordenadamente, guardando la ley. Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto…” (Hechos 21:24-25).
Esto es, sabían, como era y sigue siendo en el judaísmo, que para un gentil basta con guardar las leyes de Noé, sin la carga de la ley Mosaica.
Inmediatamente el libro de Hechos nos refiere las falsas acusaciones de otros judíos no creyentes en Yeshua contra el judío Pablo:
“Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha profanado este santo lugar.” (Hechos 21:27-28).
Tan falso es según nos relata hechos, el decir que Pablo enseñaba contra Israel, la Torá y el Templo, como el decir que había metido gentiles en el Templo.
Veamos a continuación la defensa de Pablo ante estas acusaciones:
“Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros” (Hechos 22:3).
Pablo les dice que es tan celoso de Dios como lo son ellos como judíos estrictos en cuanto a la Ley. Pese a todo Pablo sabe, como nos dice en Romanos, que la importancia está en la ley y la circuncisión interior, que no distingue entre judío o gentil, y que en el caso del judío le confirma la Ley exterior.
“Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones” (Romanos 2:14-16) “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne, sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2: 28-29).
Y dice más adelante que precisamente por esto, porque la cosa va de la fe que hay dentro, que:
“¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.” (Romanos 3:30-31).
La fe no invalida ni anula la Ley o Torá, la fe confirma la Ley (Repito e insisto aquí que para el judío, no para el gentil).
Más adelante Pablo, al ser juzgado, insiste en su condición de celoso fariseo guardián de la Ley (en primer lugar como él mismo dice, de la interior que confirma y da sentido a la exterior):
“Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.” (Romanos 23:6).
Esto no es un truco de Pablo, ni una “mentira piadosa” para despistar, es que él era fariseo, y nunca dejó de serlo:
“Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo, en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible” (Filipenses 3:4-5).
Y dice más adelante, en línea con su idea de que la Ley externa no tiene sentido ni valor sin la Ley interna:
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:7-9).
Lo que concuerda con lo que leíamos de Pedro en Hechos, y con lo que abríamos este apartado:
“Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.” (Hechos 15:10-11).
Uno de los primeros ataques hacia el cristianismo bíblico, fue realizado por los mismos que lo vieron nacer: los lideres judíos. No podemos ignorar la tan conocida verdad de que el cristianismo tiene sus raíces en el judaísmo. El judaísmo fue, por así decirlo, el vientre materno en donde se gestó el cristianismo bíblico tal como lo conocemos en la actualidad. Hoy, después de 2,000 años de historia, nos parece muy normal aceptar las verdades del cristianismo ortodoxo. Pero para los cristianos que vivieron en el primer siglo no fue así de sencillo. Ellos se veían confrontados con grandes desafíos en cada oportunidad. Algunos de esos desafíos tenían que ver con ser acusados del pecado de idolatría por creer en la divinidad de un hombre que se hacía llamar el “Cristo”. Otro de los desafíos a los que ellos se enfrentaron fueron las barreras raciales que separaban a los gentiles de los judíos.
Estos dos desafíos fueron lo suficientemente fuertes como para generar las primeras controversias en la iglesia apostólica del primer siglo. Por un lado, estaban aquellos judíos celosos guardianes de la Ley que veían en las afirmaciones de Jesús un gran pecado de blasfemia cuando afirmaba que él era Hijo de Dios. No es pues de sorprendernos que muchos de estos mismos líderes judíos miraran con desprecio a los primeros discípulos y tildaran al incipiente grupo de creyentes como una de las tantas sectas judías.
Por otro lado se encontraban aquellos judíos que veían a los gentiles como animales y lo menos que deseaban era asociarse con ellos en ninguna clase de relaciones humanas. Aún aquellos judíos que supuestamente habían abrazado la fe y creían en Cristo como el Mesías prometido, todavía creían que esta fe debería quedarse dentro de los límites nacionales de Israel y rehusaban aceptar que los gentiles también fueran participantes junto con ellos de esos beneficios espirituales. Estos dos desafíos dio inicio a una de las primeras herejías que sacudieron a la iglesia cristiana en sus mismos inicios: los Judaizantes.
Un poco de historia
Como cristianos del siglo XXI, tal vez nos sintamos tentados a juzgar precipitadamente a los religiosos judíos tildándolos de “intolerantes” y personas de “mente cerrada” al rehusar aceptar la divinidad de Cristo y rechazar a los gentiles. Sin embargo, es necesario comprender el porqué los judíos eran tan cuidadosos de no cometer el pecado de idolatría ni querer mezclarse con gentiles. Fue el pecado de idolatría lo que trajo la ira de Dios sobre ellos resultando en el cautiverio babilónico algunos siglos atrás. Después del exilio babilónico regresaron a su país bajo el liderazgo de Esdras y Nehemías con la resolución de nunca más repetir el mismo pecado que los había llevado cautivos a Babilonia.
Cuando Cristo nació, el clima político y religioso se encontraba más volátil que nunca. Varios grupos religiosos intentaban recuperar la pureza del judaísmo. Los Hasidim y los Esenios son un ejemplo. Otros grupos tales como los Fariseos intentaban observar la Ley al pie de la letra y enseñar a otros a hacer lo mismo. En el aspecto político, los judíos se habían involucrado años atrás en una lucha para defender su hegemonía nacional en contra de algunos invasores bajo el mando de los Macabeos. La persecución de los judíos por parte de Antioco Epífanes hizo que ellos detestaran aún más a los gentiles y su respectiva idolatría. Las diez tribus judías ya se habían mezclado con los gentiles dando como resultado a los Samaritanos y desvaneciéndose así, los tan acariciados deseos de muchos judíos nacionalistas: poder recuperar una vez más las glorias del reino que experimentaron bajo el liderazgo de David y Salomón.
A través de todo su ministerio terrenal, Cristo se vio asediado por los Escribas, los Saduceos y principalmente los Fariseos. Cristo no hacía excepción de personas y eso exasperaba a los Fariseos. El comía con los publicanos y pecadores, no rehusaba conversar con las prostitutas, tocaba a los leprosos y los sanaba, aceptaba a los despreciados gentiles mostrándoles su gracia y misericordia. Esta actitud de Jesucristo enfurecía a la elite religiosa, los cuales creían que si fuera un verdadero profeta no actuaría tal como él lo hacía. Finalmente, ellos acordaron darle muerte y acabar de una vez por todas con la amenaza que ellos veían personificada en el carpintero de Nazaret.
“Los judíos habían exhibido su obstinada incredulidad y amargo odio hacia el evangelio con la crucifixión de Cristo, el apedreamiento de Esteban, la ejecución de Jacobo, los repetidos encarcelamientos de Pedro y Juan, el trato salvaje hacia el apóstol Pablo y el asesinato de Santiago el Justo. No es ninguna sorpresa que el temible juicio de Dios por fin visitara esa ingratitud, cayendo sobre ellos en la destrucción de la santa ciudad y el templo, de la que los cristianos escaparon al refugiarse en Pella. Pero ese trágico destino pudo quebrar solo el poder nacional de los judíos, pero no su odio por el cristianismo. Ellos fueron los responsables por la muerte de Simeón el obispo de Jerusalén (107); y fueron particularmente activos en la quema de Policarpo de Esmirna e inflamaron la violencia de los gentiles al calumniar a la secta de los Nazarenos”
Después de la muerte y resurrección de Cristo, los discípulos seguían siendo judíos quienes aceptaban sin cuestionar el Antiguo Testamento como Palabra de Dios. Pero con la resurrección de Cristo, algo radical había sucedido. Ahora se reunían los domingos en vez de los sábados para adorar al Cristo resucitado, para participar de la comunión y el partimiento del pan y para bautizar a los nuevos creyentes que profesaban fe en Jesucristo. De repente, esos mismos discípulos judíos se enfrentaron con algo que no esperaban: la conversión al cristianismo tanto de gentiles como de samaritanos. Esto trajo como resultado la primera controversia doctrinal. Ahora los discípulos tenían que resolver uno de los más grandes desafíos que tenían por delante: definir claramente cuales eran los requisitos para que los gentiles que habían creído en el evangelio, pudieran ser aceptados en la familia de Dios al igual que los creyentes judíos.
Asi que amados hermanos, si alguien quiere judaizarse, llámalo con mucho amor, a que entre en el camino de Cristo, dejando atrás  los rudimentos del mundo, la religiosidad, con toda su parafernalia incluida, Bienvenidos todos los Judíos  que quieran entrar, (Romanos 11) porque en estos últimos tiempos Dios esta quitando el espíritu de estupor de sus ojos y les esta haciendo reconocer a Cristo  como el verdadero Mesías. Recuerda Que ellos se conviertan a nosotros yno nosotros a ellos
Bendiciones
Hermano Carlos

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